(Del Diario de la Comunidad para la 1a Guerra Carlista. AHL, 1-5)
Año 1836
Sábado 30 de Julio.-El nombre de Carlos 5º y su reinado será memorable en todos los siglos y naciones. Es un príncipe en quien, en medio de las muchas tribulaciones que por su piedad desde su juventud está sufriendo, resplandece todo género de virtudes, especialmente la religión, honestidad y prudencia; tan afecto a nuestra Compañía, que la tiene confiado la educación de sus augustos hijos; y tan devoto de Nuestro Padre San Ignacio, que, sólo por celebrar su octava, traslada la corte desde Villafranca a Azpeitia, donde llegó a las 7 de la tarde de ayer 29.
Dos veces había ya visitado esta Santa Casa de Loyola: una el 3 de Setiembre de 1834, oyendo misa en la Santa Capilla, que a las 8 celebró el P. Rector Angel Zavaleta, viendo después todo el Colegio; otra el 18 de Noviembre de 1835, oyendo también misa en la Santa Capilla, celebrando Don Juan de Echeverría, Vicario General Castrense, pues no había ningún otro Padre que José Echezarraga, pues los PP. Zavaleta, Goenaga y Lasurtegui habían ido presos por Vitoria hasta Madrid de resultas de la primera visita.
Este religioso Monarca dio la orden para que se tuviesen las Completas en nuestra iglesia a la hora de costumbre, que se cantaron solemnísimas. Fue tal su devota puntualidad, que se anticipó al Cabildo de Azpeitia más de un cuarto de hora, cuyo tiempo estuvo aguardando haciendo oración de rodillas.
Vino S.M. a pie, acompañado del Serenísimo Sr. Infante Don Sebastián, su sobrino, Gentiles Hombres y servidumbre, paseándose. Entró por la puerta de la iglesia, y salió, después de haber visto el Colegio, por la portería, regresando a Azpeitia.
Al entrar y salir se hicieron varios saludos o salvas con dos cañones de metal que aún se conservan de la casa-fortaleza de los padres de San Ignacio, que estaban colocados en el corredor y balaustre de piedra de la que corona la fachada de la iglesia. Y estos saludos se repitieron.
El día 31 de Julio. La festividad de Nuestro Santo Padre Ignacio se celebró con gran función, como siempre, en Azpeitia, en cuya iglesia fue bautizado. Asistió el Rey, el Sr. Infante Don Sebastián y Real Comitiva a toda la función. Los Nuestros, hasta el P. José Echezarraga de 87 años, fueron de manteo a oír el sermón, que, con sólo día y medio de preparación, predicó en castellano el P. Manuel Gil, de nuestra Compañía, pues no hubiera entendido S.M. el que en vascuence, como todos los años, habría predicado el que lo tenía encargado. Fue numerosísimo el concurso, pues aunque no hubo más tiempo que un día, pudo traslucirse hasta por los caseríos la venida del Rey de Villafranca para la función de Nuestro Santo Padre.
El día 1º de Agosto hizo ilustre en este Colegio de Loyola este día la augusta presencia del Rey Don Carlos 59, que, con su excelso sobrino el Infante Don Sebastián y Real Comitiva, asistió a toda la función de Nuestro Santo Padre.
Como a las 9,30, desde Azpeitia vino la procesión, saliendo los Nuestros a recibirla con roquete hasta el término. El Rey, Infante y Real Comitiva entró por la portería y sacristía a la iglesia, colocándose bajo el dosel que, cerca del altar mayor y al lado del Evangelio estaba preparado. Se cantó una solemnísima misa, y concluida, subió S.M., Sr. Infante y servidumbre a la quiete (o lugar de recreación de la comunidad), donde admitió S.M. una frugal refección que sirvieron nuestros Hermanos. En ella se le propuso que, para mayor obsequio del Santo Padre, convendría que S.M. presidiese la procesión de regreso a Azpeitia; y con su piedad, no obstante la hora de mediodía con fuerte calor y multitud de gentes, accedió, y se formó de la manera siguiente:
Iban delante las cofradías con los estandartes y pendones; después los Nuestros de roquete; a nosotros seguía el Cabildo Eclesiástico, en medio del cual iba en sus andas la imagen de N.P. San Ignacio vestido de alba y casulla; detrás el Preste, e inmediatamente el Rey, a su izquierda el Infante Don Sebastián. A éstos seguían los Gentiles Hombres y Real Servidumbre, con el Vicario General Castrense. Después el Ayuntamiento de Azpeitia, con el Corregidor y Diputados. Y últimamente la Guardia Real de honor, con los músicos.
Por los dos caminos no se podía romper o atravesar con el concurso de todo género de gentes.
A la entrada de Azpeitia entonaron los salmos de Vísperas, y llegada la procesión a la iglesia, fueron desfilando los que la componían, y los Nuestros volvieron con roquete como estaban a Loyola a comer, llenos de regocijo viendo tan obsequiado al Santo Padre. Fueron continuos los saludos y salvas que se hicieron con los cañones preparados en la fachada de la iglesia.
El 7 de Agosto, domingo, siempre piadoso, devoto siempre, el Rey Carlos 5º vino con el mismo acompañamiento desde Azpeitia a las 10 a la función de la Octava de Nuestro Santo Padre...
Año 1838
Viernes 19 de Octubre.- A las 10 de la noche vino una orden u oficio por la cual fue el P. Eugenio Labarta a las 12 a Tolosa, donde confesó a la Sra. Infanta Dª María Teresa de Braganza y Borbón, Princesa del Brasil, viuda del Infante Don Pedro, madre del Infante Don Sebastián, hermana de la Reina difunta Dª María Francisca de Asís, la cual murió en Inglaterra; y venía de Salzburgo en compañía del Príncipe de Asturias.
El Rey Carlos 5" había venido a Azcoitia esta tarde; de aquí dio la orden para salir el sábado, día siguiente, al camino de Tolosa para encontrar a la dicha Sra. Dª María Teresa, con quien había contraído matrimonio por poder desde el 2 de Febrero de este año. El P. Ministro fue con otro Padre a Azcoitia a saludar, felicitar y tomar órdenes del Rey.
Con efecto, el sábado 20 de Octubre, a las 9,15 de la mañana salió de Azcoitia, y todos los Padres y los seminaristas en número de 99 ó 100 salieron al puente a esperar y saludar al Rey, que con suma afabilidad habló a todos. Pasó hasta la mitad del camino de Tolosa, donde encontró la comitiva, y volvieron todos reunidos a Azcoitia, donde a la 1,30 ratificó el matrimonio en un oratorio preparado en casa del Duque de Granada y en presencia del Obispo de León, que también es Ministro de Gracia y Justicia...
El Rey, cuando, para volver a Azcoitia, pasó por el puente con el Príncipe de Asturias, dijo entre otras cosas presentándole: «Padres, aquí ofrezco al Príncipe al servicio de toda la Compañía».
Domingo 21 de Octubre, consagrado a la fiesta de la pureza de la Santísima Virgen María...
A las 12,30 vino el Sr. Infante Don Sebastián con alguna comitiva a visitar la Santa Casa: los seminaristas esperaron formados, aunque huyó S.A. cuanto pudo de este honor, pero le prevenimos los atajos...
A las 5 principiaron a tocarse las campanas de nuestra iglesia anunciando la función de mañana, en que vendrían Sus Majestades y Altezas.
Toda la noche han estado trabajando muchos Hermanos para preparar la comida de mañana, pues vendrán los Reyes, Príncipe de Asturias y el Infante Don Sebastián a la función de la iglesia y comer. Ha venido esta tarde el cocinero de S.A., Tarroni, el panadero de Azpeitia, etc...
Día 22 de Octubre, Lunes: Misa solemne votiva de San Ignacio in nomine Iesu.- (Recibimiento) a las 9,45 a SS. MM. y AA. con saludos y salvas de los cañones de la Santa Casa, con palio, hisopo, etc. Todo iluminado como el día del Santo Padre, con manifiesto.
En el presbiterio se colocaron cuatro sitiales para el Rey, la Reina, Príncipe de Asturias e Infante Don Sebastián; sin dosel por haber manifiesto. Se puso una mesita con frontal al lado del Evangelio, y púsose la imagen de Nª Sra. de la Soledad, que se bajó de su altar. Las personas reales no se sentaron por estar manifiesto, y por consiguiente nadie se sentó en la función, no hubo sermón...
A las 10 principió la misa solemne, que cantaron los seminaristas, y enseguida el Te Deum, que cantaron los Beneficiados de Azpeitia. Se reservó, y el Preste dio a besar los corporales a SS.MM. y AA., con la servidumbre, con el Vicario General Castrense, Ministros de Guerra, etc.
Se entraron por la sacristía; después por la portería subieron a la Santa Casa, y haciendo un ratito de oración, volvieron a bajar y subieron por la escalera principal a los aposentos que estaban preparados del P. Provincial, Rector y demás del tránsito...
Después de primera mesa... hubo una especie de corte en el tránsito principal. SS.MM. y AA. y demás comitiva vieron la biblioteca, y bajaron al juego de bochas y de bolos: jugaron los seminaristas, y aun el Rey y el Príncipe de Asturias tiraron una bola.
A las 2,15 al refectorio a comer. Se sirvió lo contenido en la siguiente lista:
Con el ramillete de diferentes fuentes de dulces y frutas con dulces secos, botellas, etc.
Esta fue la comida de la boda.
Dijeron todos que jamás habían tenido en las Provincias ni en otra parte, excepto en Madrid, comida tan buena. Su coste consta en los libros de la Procura, pero se regula en 1.800 reales.
Refectorio
(Aquí el Diario pone el esquema del comedor, con los puestos que en él ocuparon los reyes y demás personalidades).
Después que comieron SS.MM., AA. y demás personas señaladas en el diseño, se sirvió, a los de la servidumbre y cuatro Padres nuestros que únicamente les acompañaron, los mismos platos que en la primera mesa; después a los cadetes y a los músicos y demás tropa, y éstos arrebataron con todo aun que había preparado para que merendasen toda la comunidad y seminaristas, por manera que no se pudo dar más que un poco de helado con mucha escasez a la comunidad y seminaristas a pesar de tanta abundancia.
Se concluyó la mesa a las 4,15. Subieron a los aposentos, y el Príncipe de Asturias subió al juego de pelota a jugar con Don Juan Echeverría un partido.
Después fueron a la biblioteca, y un seminarista de primeras letras recitó una fábula, y otros dos tuvieron certamen de doctrina y la tabla. Después se arengó por los cuatro seminaristas Villemur, Lecea, Junquitu y Cortázar en castellano, latín y vascuence con francés. Hubo un examen de matemáticas al mismo Villemur y Murua: preguntó al primero el Sr. Infante Don Sebastián, y al segundo el Príncipe de Asturias. Y besamanos después.
Los novicios también estuvieron a la función de iglesia por mañana y tarde, y en los tránsitos para que los viesen las Personas Reales.
Después fueron a la huerta SS.MM. y AA. Después a la letanía de Nuestra Señora, habiéndose antes expuesto; y enseguida la reserva y la letrilla a la Virgen Cantad, oh mancebos, habiendo cantado las tres letrillas el Sr. Infante Don Sebastián a solo.
Y a las 6,15 se despidió a SS.MM. y AA. por la puerta de la iglesia del mismo modo que se recibieron, con las salvas de los cañones preparados encima de la fachada de la iglesia. Después de misa a la mañana y después de la reserva a la tarde, dio el Preste a besar los corporales a SS.MM. y AA.
A todo han asistido los seminaristas formados por Brigadas, y aunque muy cansados, especialmente los chiquitos, al fin la novedad y el gusto han mitigado la fatiga.
Año 1839
6 de Febrero, Miércoles. Una curiosidad de Carlos 5º.- A las 11 mandó recado el Rey Carlos 5° que vendría con su augusta esposa y el Príncipe de Asturias e Infante Don Sebastián a tener el gusto de pesarse.
Se formaron las Brigadas (de los seminaristas o colegiales) en la portería hasta el puente para su recibimiento, pues llegaron a la 1,15.
Se pesaron en la solana, donde había colocado un peso de balanzas; estaba tapizada y alfombrada con sitial, etc. Arengaron varios seminaristas. Pesó el Rey 5 arrobas y 19 libras; La Reina 6 arrobas y 14 libras; el Príncipe 5 arrobas y 21 libras, y el Sr. Infante 6 arrobas y 1 libra; Don Juan Echeverría 10 arrobas y 3 libras.
Después se les sirvió en la pieza de la quiete un almuerzo, o llámese comida, de varias entradas de asado, pesca, guisados, y diferentes clases de dulce; la segunda mesa, los Gentiles Hombres y Camarera y demás servidumbre. Un Padre recitó una oda alusiva.
Después volvieron a la solana, donde se ejecutaron varias operaciones de física, pues se habían llevado las máquinas allí.
Después subieron a la Santa Casa e hicieron oración de cerca de media hora.
Después fueron a la huerta, y en el paso nuevo del jardín estuvieron cazando.
Por último, a las 4,45 salieron de regreso a Azcoitia, acompañando hasta más allá del puente las Brigadas.
Agosto 26, Lunes. Con noticia de que Espartero había venido a Elorrio, se dispuso que estuviese un Padre y un Hermano en oración en la capilla, relevándose de media hora hasta la hora de acostarse.
27, Martes. Continúa la vela en la capilla. A las 8 el P. Rector nos dio, en forma de plática, reunidos en la pieza acostumbrada, la noticia de que, acerdándose Espartero, se tratase de preparar para pasar a Francia (repartidos en las casas de Tolosa y Burdeos), y que se quedarían unos pocos que fuesen vascongados para cuidar el edificio.
A las 12 salió el P. Rector para Tolosa, y para el mismo punto van saliendo los Padres y Hermanos: Y ahora, que son las 2,30 sale este indigno hijo de la Compañía después de haber vivido constantemente en esta Santa Casa desde el 8 de Julio de 1839. Al cielo. A.M.D.G.
6 Setiembre. Después de comer supimos que parte de la División de Espartero, después de hecho el convenio con Maroto y entregadas las armas de los guipuzcoanos en Vergara, venía esta noche a dormir a Azpeitia de paso para Tolosa; y por precaución algunos de la comunidad fueron a dormir a algunos caseríos; quedaron en casa seis.
Año 1840
Día 15 de Diciembre. Vino un eclesiástico de Azpeitia por la mañana, con el pretexto de celebrar en la capilla, a traernos una copia del decreto de la regencia actual, relativo a la exclaustración de este Colegio, y a indicarnos que estaba en Azpeitia el comisionado de San Sebastián para hacer el inventario juntamente con (el Alcalde) Don Tomás Iturbe, el cual se había negado al efecto.
(Del Diario del P. Garciarena, para la 2- Guerra. AHL, 2-5)
Año 1873
Setiembre, 6. Con esta misma fecha y a las 11 de la noche recibió el P. Garciarena un oficio de Don Valentín Lizárraga transcribiendo para su gobierno otro de Don Antonio Lizárraga, Comandante general, en que, después de asegurar la venida de S.M. (Carlos 7°) con todo el Estado Mayor y una porción de batallones, le dice que quiere que sus héroes tengan el 8 día de campo en el prado de Loyola, y que, buscando setenta calderas, otras tantas sartenes, unas cuantas arrobas de cebollas, etc., disponga lo conveniente. Así se hizo todo.
Setiembre, 7. A la una, poco más o menos, entra S.M. con ruido de cohetes, campaneo, colgaduras y la aclamación más entusiasta. Se aloja en casa del Duque de Granada. A las 6,30 se presenta en Loyola: entra por la iglesia, hace una corta estación, pasa a ver algo del Colegio, se confiesa con el P. Garciarena, y se marcha saliendo por la iglesia, donde le esperaba un inmenso gentío que le vitoreaba y casi le levantaba en alto al bajar la escalera del pórtico.
Esta tarde se confesaron muchos jefes y soldados en ambas parroquias y Loyola para la comunión general del día siguiente.
Setiembre, 8. A las 4 de la mañana comenzaron las confesiones en las parroquias y más tarde en Loyola, concurriendo a ésta muchos sacerdotes de Vergara, Motrico, Deva, etc.
A las 8 llega S.M.: entra por la iglesia, a cuyas puertas le esperaba el P. Garciarena según el ceremonial, y es llevado bajo palio al dosel que por el lado del Evangelio se había preparado.
Sale a decir la misa y consagrar formas el Ilmo. Sr. Obispo de Urgel, que acompaña al Rey. Da la comunión a S.M. acompañado de dos sacerdotes y teniendo uno la patena. Comulgó en su reclinatorio. Bajó el Sr. Obispo al comulgatorio, que al efecto se había preparado al pie de las gradas. Y dio la comunión a los Gentiles-Hombres y Generales, luego a los demás Jefes y a los soldados con sus respectivos Capitanes y Oficiales. Administraron la comunión al mismo tiempo y en el mismo comulgatorio el Sr. Obispo y tres sacerdotes más, y en el altar de San Javier uno. Duró el acto de la comunión más de una hora.
Al cuarto de hora o veinte minutos de haber recibido la santa comunión, pasó S.M. con el Estado Mayor al refectorio, donde se le sirvió un modesto desayuno, que costeó el Ayuntamiento de Azpeitia.
Al finalizar este acto, el P. Garciarena hizo una muy breve pero clara protesta de adhesión a S.M. en nombre de la Compañía. Le acompañó luego a dar una vueltecita por la huerta.
Y cuando se hubo concluido la comunión, oyó S.M. una misa rezada, y mientras se cantaba otra solemne, recorrió la Casa Santa, sus capillas y el Colegio. Al llegar al cuarto donde se le dijo que había estado su maestro el P. Cabrera por algún tiempo, sacó un lápiz y escribió unas palabras de cariño y la fecha de su visita. Como la víspera por la noche, al ver el dosel de la cama de San Ignacio, se le escapase al P. Garciarena que su parienta Isabel había llevado un pedacito de su fleco, dijo: »¿Y a mí no se me podrá dar?». Al punto mandó el Padre a un Hermano presente se lo cortase, y se lo dio. Cuando vio la tranca de la puerta, manifestó el mismo deseo, y también se le dio un pedacito, llevándole este último y las auténticas el Padre a la casa de Emparan, donde se hallaba alojado.
Recorriendo el Colegio salió por la portería, se fue al pórtico de la iglesia, salieron de ella algunos de los Generales que estaban oyendo la misa solemne después de haber oído otras, y bajaron al pie de la escalera, pero ¡con qué trabajo!: jamás se habrán visto apretones tales para besarle la mano, ni vítores más espontáneos y generales. El Padre que iba a su lado consintió en perder el sombrero y el manteo.
Montó a caballo, y al mismo tiempo los Gentiles-Hombres y Generales, y se marcharon a Azpeitia a tomar sus alojamientos, dejando a la tropa y Jefes, parte oyendo misa, parte divirtiéndose en el prado.
Por la tarde visitó S.M. a pie el convento de las monjas Isabelinas, la casa de beneficencia y la fábrica de armas; y al oscurecer asistió al rosario a la parroquia.
Setiembre, 9. Este día a la 1,30 salió y marchó S.M. hacia Marquina, y Lizárraga con su gente hacia Tolosa. Al pasar por Loyola, se le tocaron las campanas.
Setiembre, 26. Por la tarde estuvieron haciendo el ejercicio en el prado de Loyola cuatro batallones alaveses y dos vizcaínos, y rezaron tres rosarios o coronas en la iglesia: l9 el batallón de Montoya, 2- el de Durango, y 3- el de Guernica; los dos últimos traían charanga.
Setiembre, 27. Por la mañana estuvieron haciendo el ejercicio en el prado de Loyola un batallón de Alava y otro vizcaíno (el de Durango): el de Alava oyó misa en la iglesia de Loyola, y el vizcaíno vio el Colegio.
Diciembre, 29. Todos los de la Residencia de Azcoitia vinimos por la noche a Loyola.
Diciembre, 30. Se desocupó la casa de Azcoitia y se entregaron las llaves a su dueña.
Año 1874
Octubre, 8. Nota. Cuando el General Moriones se presentó en Zarauz y Guetaria después de forzar la línea carlista (gracias a Don Manuel Santa Cruz, que introdujo la división en la División guipuzcoana) que tenía bloqueada Tolosa, Elío creyó inminente una batalla y pidió a la Junta de Salubridad de la Provincia 500 camas. Esta, no teniendo prevenidas ni tantas camas ni localidad para ponerlas, se presentó al P. Garciarena el 21 de Diciembre del 73 preguntando si en semejante situación había inconveniente en hacer uso de Loyola para hospital.
El Padre, creyendo interpretar así la voluntad del R.P. Provincial, accedió a la solicitud, si bien haciendo presente lo repugnante que le sería ver en la casa Hermanas de la Caridad por ser mujeres. Fue menester dar el mismo día a los Sres. Don Agustín Jáuregui y Don Ignacio Ibero una carta-testimonio de este permiso o ir con ellos a Don Antonio Lizárraga, Comandante General de Guipúzcoa. Optó el P. Garciarena por lo segundo: fue con estos señores y halló al General propicio a la idea, y accedió con tanto más gusto cuanto que pocos días antes había tenido la satisfacción de hablar con el presidente de una institución llamada de la Caridad, que bajo la dirección de la Reina Doña Margarita iba a dedicarse exclusivamente a la curación de los heridos en la guerra, y le pareció que nadie mejor que la Caridad podía hacerse cargo de realizar el pensamiento.
Calló por el momento el P. Garciarena, porque por una parte veía desvanecida la idea de que tuvieran que venir mujeres a Loyola, y por otra no veía con claridad los inconvenientes que eso podría traer a la Compañía. Pero mientras Lizárraga ponía el oficio-invitación al expresado presidente, le ocurrió poner alguna traba, y esta fue que, como el Padre no conocía bien la mente del R.P. Provincial, debería venir en la inteligencia de que tendría o no tendría lugar en la casa, y de todos modos debería ser con las modificaciones que los Padres acordaron entre sí. Se mandó el oficio con una carta particular que contenía esta cortapisa.
Moriones se retiró: el ataque no tuvo lugar. Se desistió por entonces de poner hospital en la casa. El francés, que era el mencionado presidente, no apareció por algunos días.
Apenas pasaron quince o veinte, cuando éste se presentó a Lizárraga, y el mismo día también el P. Garciarena, quien habló al General y le hizo ver que de ningún modo convenía dar Loyola a la Caridad, porque sería difícil echarla después. Mucho se empeño el francés en convencer al Padre de lo contrario, pero inútilmente; y aun después tocó todos los resortes que estaban en su mano con el fin de salir con la suya: a todo se resistió el Padre.
Acabado este incidente, sin más que poner unos tablones en los pasadizos de las escaleras y tránsitos y dejar independientes los dos primeros pisos del tercero, donde se había pensado constituir el hospital, se dejó a la casa estar en paz por algunos meses.
Iba andando el mes de Mayo, cuando nuevamente se tomó con calor la idea, y se estableció bajo la base de las Hermanas de la Caridad, poniendo los Padres para el servicio los Hermanos que pudieran (y vinieron cinco) y tomando los Padres la dirección espiritual con jurisdicción castrense. Así se hizo y así sigue. Los Padres y Hermanos se ofrecieron a ejercer gratis sus respectivos ministerios; y los ejercen sin que hasta el momento hayan percibido el valor de un céntimo.
Año 1875
Abril, 20... Se marchó a Tolosa el P. Garciarena, donde se vio precisado a almorzar con el Rey, y trajo a la vuelta el misal que ha regalado S.M. la madre del Rey.
Abril, 25. S.M. el Rey estuvo a visitar la Santa Casa.
Mayo, 11. Ha venido hoy S.M. el Rey a oír misa: la ha oído en la Santa Casa; la dijo el Sr. Conde, su capellán; se estrenó el misal, regalo de su madre.
Mayo, 17. Estrenaron los Padres el misal en la Santa Casa. Este día, que era el 2° de Pascua del Espíritu Santo, celebraron una gran función por la mañana: asistió S.M. el Rey con su Real Casa y guardias de a caballo.
Año 1876
Enero, 8. Vino el General Lizárraga a mediodía a comer, y se convidó al Sr. Alcalde Ignacio José (de Beristain). Por la noche entró en Ejercicios el Sr. Lizárraga con su ayudante.
Enero, 17. Acabó los Ejercicios el Sr. Lizárraga, y se marchó por la tarde.
Febrero, 14. Entraron las tropas alfonsinas en Azcoitia.
Febrero, 15. Llegó el Sr. Loma hacia las 9 de la mañana a Loyola. Se tocaron las campanas. Puso centinela en la puerta para que no entrase ninguno, y un batallón alojado en el barrio, y él se marchó a Azpeitia.
Febrero, 19. Llegó el Rey Don Alfonso a Azcoitia.
Febrero, 20. Entró en esta iglesia de paso para Azpeitia Don Alfonso; salieron los cuatro Padres a recibirle, y se tocaron las campanas.
Marzo, 20. Se tocaron las campanas en este día y los dos siguientes por el triunfo de Don Alfonso.
Mayo, 12. Nos dieron orden de salir de las Provincias, y enseguida se fue el P. Superior a verse con Quesada.
Mayo, 14. A las 2 de la tarde ha regresado el P. Garciarena sin haber conseguido más que la confirmación de la orden.